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Introducción
La religión de Scientology
El garante del futuro de Scientology
David Miscavige El Presidente de la Junta
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Sin embargo eso tampoco lo dice todo. Más bien, esta es especial por otra razón. Porque lo que les estamos trayendo hoy a los scientologists de Nueva York, con esta nueva iglesia, es lo que ustedes inspiraron por todo el mundo hace tres años. De hecho, se puede decir con una sola frase que ahora impulsa un movimiento mundial que trae esperanza y salvación a millones de personas por todo el mundo.

Porque en los tiempos más tenebrosos y en los peores lugares, ustedes mostraron su valor en medio de todo, como un faro luminoso, proclamando con la acción que:

SE PUEDE HACER ALGO AL RESPECTO.

Las condiciones a las que nos enfrentamos hoy en día no son más que “síntomas” de la verdadera “enfermedad” detrás del declive cultural. Una sociedad está compuesta de individuos. Y si lo que buscamos son soluciones, entonces démosle vitalidad al individuo mismo.

Lo que me lleva de regreso a los eventos de hace tres años y las atrocidades del 11 de septiembre. Fue una “llamada de alerta” para todos nosotros. La cortina cayó, poniendo al descubierto el estado frágil del mundo en el que vivimos. Mientras otros hubieran respondido con guerra y acción militar, nosotros reconocimos al terrorismo como sólo un síntoma de lo que realmente aqueja al hombre. De igual modo, la urgencia de nuestra misión nunca había sido más clara. Sin rodeos, la demanda de nuestras soluciones nunca había sido mayor. La gente pedía ayuda y era hora de que respondiéramos.

Y así volvemos al punto de partida, a Nueva York, y un movimiento que ustedes inspiraron y que ahora abarca al planeta. Estoy hablando, por supuesto, de nuestros ministros voluntarios de Scientology. Hoy en día se los conoce y reconoce mundialmente por lo que se ha descrito como “primeros auxilios espirituales”. Con ese fin, están listos y organizados para responder a cualquier desastre, hecho por el hombre o por las fuerzas de la naturaleza.

Esa historia comenzó aquí, en las Torres Gemelas, inmediatamente después del 11 de septiembre. Con una ciudad, realmente una nación, anonadada y en estado de shock, fue aquí mismo, en este lugar, que ustedes se movilizaron para llevar la ayuda que tan desesperadamente se necesitaba. Y fue cualquier cosa que se necesitara.