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Introducción
La religión de Scientology
El garante del futuro de Scientology
David Miscavige El Presidente de la Junta
Asuntos de interés para RTC

Aunque a muchos de ustedes eso les pueda parecer familiar según la tradición de las antiguas religiones orientales, tienen razón. Lo que es diferente y nuevo sobre Scientology son los medios y formas de lograrlo. Porque Scientology es una religión moderna, nacida en la era tecnológica del siglo XX. Y si le preguntaran a cualquier scientologist, les diría que es una religión práctica, con soluciones prácticas, con herramientas que pueden aplicarse para lograr esa mayor consciencia y propósito en esta vida. O, como decimos nosotros, cuando tienes las respuestas a las preguntas de la vida, prácticamente no hay área de la existencia a la que no se puedan aplicar para mejorar la vida misma.

En cuanto a qué significa en el ámbito general de las cosas, regreso a ese “drama mayor” al que me referí al principio. Porque este se resume en el ciclo de religión y ciencia, y la pregunta de cuál contenía la solución al hombre mismo. Esa ha sido la batalla, y ha sido un ciclo continuo. Y aunque durante siglos cada una ha señalado los “fallos” de la otra para apoyar su posición, creemos que ninguna estaba en lo correcto. En vez de eso, ambas esperaban un punto de acuerdo mutuo. Eso, para nosotros, es Scientology.

Y con eso en mente, no trataré de decirles que como religión somos “igual que las demás”. Ciertamente compartimos las mismas metas de paz, compasión, la creencia en un propósito superior: que la vida trasciende esta existencia de barro que es nuestro cuerpo. Más allá de eso, buscamos la evolución a un estado mejor para el hombre en esta vida.

Sí, tal vez seamos nuevos; tal vez seamos diferentes. Sabemos que a pesar de los esfuerzos y el dinero de muchas personas, esas viejas soluciones no funcionan. Pueden invertir miles de millones en esas soluciones y no funcionarán. De eso no hay duda. Esa es una certeza.

No juzguemos entonces nuestras respuestas por las “autoridades” que ya han fracasado. Porque esa es la senda a la desesperanza. Y si aún no podemos imaginar la posibilidad de un mejor mañana, ¿no hemos olvidado entonces nuestros sueños? En vez de eso, trabajemos todos para ayudarnos unos a otros.

Creemos que hay esperanza. Creemos que podemos ayudar. Creemos en ustedes. Y así, permítanme dejarles con unas palabras finales de L. Ronald Hubbard. Vienen de las últimas páginas de Dianética, y reflejan todo lo que representamos y todo lo que el Sr. Hubbard hizo en su vida para que lo lográramos: